La
terapia sexual esta centrada en la persona, en su proceso y lo que es, no en lo
que hace o siente solamente. Por eso puede ser una oportunidad para superar
prejuicios, mitos y tabú que condicionan nuestra vida o un espacio para
explorar las posibilidades personales desde su “ser sexuado”. La educación y
moral que hemos recibido durante años quizás nos haga sentirnos raras o
culpables por “ser” lo que somos, cuestionarse como mujer y hombre,
cuestionarnos nuestros deseos o formas de relacionarnos.
La
sexualidad es un pilar fundamental para la calidad de vida, es una medida de
desarrollo y libertad personal. Cuando “el que dirán”, “el miedo a la perdida”
o cualquier otra idea se instala y no nos desarrollamos o dejamos de hacerlo la
frustración e insatisfacción se instalan en nosotras. Es un aviso que nos da el
cuerpo o la mente para reaccionar y volver a lo que somos y deseamos.
Muchos
de los malestares sexuales son consecuencia de un contexto intolerante que
tiene miedo a la libertad sexual y coarta su expresividad hasta en los espacios
o momentos más íntimos.
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